El oro es un metal amarillo, brillante, pesado, blando, maleable y dúctil. Es prácticamente inalterable, pues no se oxida ni reacciona con la mayoría de los productos químicos. Sólo se disuelve en cianuro, mercurio, cloro, lejía o en aguja regia, una mezcla de ácido nítrico y acido clorhídrico. El oro se encuentra normalmente en estado puro, en forma de pepitas o en depósitos aluviales. Pero su presencia en la naturaleza es escasa.

Desde que la humanidad lo conoce, el oro se ha considerado como el más puro de los metales. Es un símbolo de poder y riqueza. El control de su explotación así como su posesión han sido el causante de múltiples disputas y batallas.

Se tiene constancia de su utilización por el ser humano desde la Edad del Cobre. A lo largo de la historia se ha empleado para realizar objetos de adorno, para hacer piezas simbólicas y de prestigio, en orfebrería, en joyería y para acuñar moneda. También desde las antiguas civilizaciones ha tenido un importante valor esotérico, con características asociadas a la pureza espiritual.