Ermita de San Baudelio de Berlanga
Inicio » Entradas » Edad Media »Periodo: Siglo XI.
Lugar: Casillas de Berlanga, Caltojar, Soria.
Coordenadas GPS: 41.418256, -2.790136 / 41°25’05.7″ N 2°47’24.5″ W.
La ermita de San Baudelio de Berlanga es una edificación mozárabe del siglo XI, que a pesar de su sencilla apariencia externa tiene una particular y original estructura interna, tanto arquitectónica como pictórica, que la hace estar considerada como una obra maestra del arte mozárabe y románico.
Su ubicación en este lugar fue por la existencia de un manantial de agua, a partir del cual se excavó una cueva en la roca durante los siglos VI o VII, en época visigoda, por un pequeño grupo de eremitas, que crearon allí un cenobio en honor de San Baudelio. Este santo fue un mártir galorromano decapitado en Nimes (Francia) en el siglo IV, cuyo culto estaba entonces extendido por la Península Ibérica. La presencia del manantial de agua, la cueva excavada en la roca y lo apartado del paraje respecto a las poblaciones del entorno decidieron la ubicación de la ermita en este lugar. Es la construcción mozárabe situada más al sur dentro del territorio cristiano, reuniendo bastantes características musulmanas. Se puede considerar que es una muestra de la convivencia entre culturas y creencias religiosas diferentes, que dio como resultado esta maravilla artística. Sin lugar a dudas, es un monumento de gran originalidad y belleza.
Era algo común en aquella época que grupos de eremitas se retirasen a orar en entornos de este tipo, alejados de cualquier zona habitada, y que en muchos casos se mantuvieron activos e ignorados durante la dominación musulmana, generando durante la repoblación pequeños núcleos de vida monástica alrededor de una iglesia que se construía en esta nueva fase. En este caso se siguió norma anterior, de manera que a comunidad se desarrolló poco y mantuvo un tipo de vida aislada hasta la construcción del cenobio al iniciarse la repoblación cristiana. La ubicación de la ermita era una zona fronteriza que fue objeto de avances y retrocesos de la línea de conquista entre cristianos y musulmanes durante todo el siglo X y la mayor parte del siglo XI, es decir, el periodo en el que se levantó. De hecho fue repoblada por primera vez en el año 912 durante el reinado de García I de León y, desde entonces hasta la reconquista definitiva por Fernando I en el año 1060, fue cambiando varias veces de manos, permaneciendo bajo dominación cristiana durante largos, aunque poco seguros, periodos. Continuó siendo un lugar de distintos escarceos hasta la consolidación definitiva de la zona del Duero tras la conquista de Toledo por Alfonso VI en el año 1085.
La ermita está localizada a unos dos kilómetros al sureste de Casillas de Berlanga, pedanía de la localidad de Caltojar. Se asienta en el costado norte de una pequeña ladera que desciende hacia el curso del río Escopete. Tiene una superficie total de unos 100 metros cuadrados y está formada por dos bloques rectangulares, el menor en la parte oriental es el ábside y el mayor en la parte occidental es la nave. Cumple con la característica que tienen muchos templos cristianos en los que el ábside está en la posición más oriental de la construcción, hacia el lugar del nacimiento del Sol. Los muros tienen aproximadamente un metro de ancho y están realizados en mampostería apoyados en una base de sillares de granito. La cubierta es de tejas, aunque hasta finales del siglo XIX era de sillares de piedra; en el ábside es a dos aguas y en la nave es a cuatro aguas. La parte exterior del edificio no tiene ninguna decoración, llamando la atención la enorme sencillez del conjunto. Sin embargo, en su interior hay una singular estructura arquitectónica sin igual dentro de la Península Ibérica.
Tiene dos puertas de acceso, situadas en la nave, la principal con arco de herradura se ubica en el muro norte y la otra con arco de medio punto está en el oeste y que da acceso directo al coro de la tribuna. Hay dos ventanas con arco de herradura, muy estrechas y abocinadas (con derrame interior), una en la parte más oriental del ábside y la otra en la nave, a la izquierda de la puerta principal.
El ábside está cubierto internamente por una bóveda de cañón. Mide 4,1 metros de longitud por 3,6 metros de anchura y 6 metros de altura. Posee un altar mayor construido en piedra. Los dos bloques se conectan por una puerta con arco de herradura que tiene cinco escalones, siendo el ábside el que se sitúa en una posición más elevada. La nave mide 8,5 metros de longitud por 7,3 metros de anchura y 10 metros de altura. Tiene una gran columna en su centro de casi un metro de diámetro de la que se desprenden ocho nervios, asemejándose a una palmera, que soportan la bóveda existente y formando otros tantos arcos de herradura apoyados cada uno por el otro extremo sobre ménsulas en las paredes de dicha nave, cuatro en las esquinas y cuatro en el centro de los lados de los muros. La mitad oriental de la nave es diáfana, pero en la mitad occidental hay un conjunto de tres filas de seis sencillas columnas cada una, que soportan arcos de herradura irregulares y que crean cinco estrechas naves. Este conjunto da la sensación de formar una pequeña mezquita de menos de dos metros de altura, sin ningún antecedente en el arte mozárabe y románico español. En su costado sur da acceso a la cueva excavada en la roca que se supone fue el origen de la vida eremítica en el lugar. Sobre el conjunto de columnas hay una segunda planta en la que se asienta, a modo de tribuna, un coro rematado en el centro por una pequeña capilla a la que se accede desde el exterior por la puerta occidental o, desde el interior, por unas escaleras adosadas al costado sur de la pared.
Existe una pequeña cámara casi inaccesible en la parte superior de la columna central de la nave, justo encima del nacimiento de los ocho arcos que soportan la bóveda, aprovechando el hueco que los arcos generan en una zona en la que el pilar ya no tiene funciones de soporte. El resultado es un espacio de forma cilíndrica, de aproximadamente un metro de diámetro por dos metros de altura que se comunica con el exterior mediante ocho pequeñas ventanas en arco de herradura, de unos 24 centímetros de anchura, situadas entre los grandes arcos del soporte central, que permiten observar su interior cubierto por una cúpula califal cuidadosamente decorada, semejante a la de la Mezquita de Córdoba y a la del Cristo de la Luz en Toledo, formada por una doble armadura de seis nervios en arco de herradura y otros 2 que cruzan el centro. No se sabe con certeza la función que tendría este compartimento, pero seguro que era una zona que tenía un importante significado religioso. Quizás fuese un lugar para proteger objetos de culto o incluso para conservar reliquias como las de San Baudelio.
Durante el siglo XIX, tras la desamortización de Mendizábal, la ermita y los terrenos de su entorno pasaron a manos de particulares. Doce vecinos de Casillas de Berlanga fueron los que realizaron su adquisición. Este hecho fue fundamental para lo que posteriormente ocurrió con gran parte de sus extraordinarias pinturas. Actualmente, en las paredes de todo el conjunto destacan los restos de unos impresionantes frescos que dan una idea de lo que pudieron ser antes de que en el año 1922, cuando un anticuario comprara parte de ellos por unas 65.000 pesetas, en nombre de un cliente norteamericano, a la veintena de vecinos del pueblo de Casillas de Berlanga que en esa época, después de diversas herencias, eran los propietarios de la ermita. Esto ocurrió a pesar de que en el año 1917 la ermita ya había sido declarada Monumento Nacional. La adquisición de los frescos realmente fue un expolio.
El proceso que se utilizó para llevarse los frescos de las paredes se hizo a través de expertos italianos, que primero eliminaron las capas de cal que ocultaban parte de las pinturas y luego utilizaron la técnica del “strappo”, con el cual se extrae tan sólo la capa de pintura más superficial, por lo que deja en el muro, tras el arranque, parte del dibujo, pero de forma desvaída. El edificio quedó desnudo y tan solo se salvaron las partes de difícil acceso, como bóvedas y nervios.
Las pinturas fueron fragmentadas por escenas y salieron de España hacia Londres, desde donde tras ser montadas sobre lienzos partieron hasta Estados Unidos, destino final y lugar en el que fueron a parar a distintos destinos: colecciones privadas, al Museo de Arte de Indianápolis, al Museo de Bellas Artes de Boston y al Museo Metropolitano de Nueva York (en la sección de claustros). Algunas de ellos se lograron recuperar, pero fue a través de un canje realizado en el año 1957, en el que varias de las pinturas que se conservaban en el Museo Metropolitano de Nueva York fueron cambiadas por el ábside románico de la iglesia de Fuentidueña en Segovia. Estos frescos recuperados se exponen actualmente en el Museo del Prado de Madrid.
Parte de los frescos que no pudieron llevarse de la ermita fueron restaurados y se pueden admirar actualmente en su lugar original. Estos frescos están considerados como unas de las más antiguas y mejores muestras de pintura mozárabe y románica de toda la península, aunque todavía no se ha podido interpretar claramente su significado. Están datadas en el siglo XII y cubrían todas las superficies interiores. Se organizan en temas religiosos y profanos: imágenes bíblicas, animales, escenas de caza y motivos decorativos geométricos. En el exterior de la ermita, en la zona del ábside, se encuentra una necrópolis rupestre con más de veinte tumbas antropomorfas toscamente talladas.