Cástulo
Inicio » Entradas » Edad Antigua »Periodo: Tercer milenio a.C. – Siglo XIV d.C.
Lugar: Linares, Jaén.
Coordenadas GPS: 38.040440, -3.625295 / 38°02’25.6″N, 3°37’31.1″W.
Origen.
Cástulo fue una importante ciudad durante las épocas íbera y romana. Aunque el lugar también estuvo habitado antes y después: ha constituido un asentamiento humano continuo durante unos 4000 años, desde al menos la mitad del tercer milenio a.C. hasta el siglo XIV. Está considerado como uno de los principales núcleos urbanos del sur peninsular en la antigüedad, encontrándose gran cantidad de citas suyas en las fuentes clásicas. Se localiza en el Alto Guadalquivir, en las estribaciones de Sierra Morena, sobre una extensa meseta con topografía irregular situada junto al margen derecho del río Guadalimar, afluente del río Guadalquivir, a una distancia de siete kilómetros al sur de la localidad de Linares, Jaén.
Se conoce la ocupación de esta zona en el Paleolítico Superior, existiendo un núcleo de población estable y permanente desde el comienzo de la Edad del Cobre, a mediados del tercer milenio a.C. Fue entonces cuando agricultores itinerantes se asentaron en los valles del Guadalquivir y Guadalimar, creándose a partir de ese momento una economía agraria en todo el territorio. Los primeros hábitats del lugar se establecieron principalmente en las laderas del Cerro de la Muela, una elevación de terreno ubicada al este de la meseta, extendiéndose hasta la orilla del río Guadalimar. El suministro de agua estaba garantizado por la cercanía del río y por la presencia de varios manantiales al norte de la meseta.
Aunque los asentamientos iniciales se produjeron por motivos agrícolas, el mayor desarrollo se realizó desde el final de la Edad del Bronce, a partir del primer milenio a.C., debido al aprovechamiento de las minas cercanas. En efecto, la existencia de ricos yacimientos de cobre, plomo y plata en la Sierra Morena Oriental supuso el auge de este núcleo poblacional a orillas del Guadalimar, que se convirtió en el centro de su explotación y gestión. Además, la ciudad ocupaba una posición estratégica desde donde se controlaba un importante nudo de comunicaciones hacia la Meseta, el Levante y el sur peninsular.
Íberos.
En el siglo VII a.C. se inició la cultura íbera en este territorio y el asentamiento comenzó a partir de entonces a organizarse como una gran urbe. En el proceso de esta evolución, durante el siglo VI a.C. se produjo el traslado de la población a la cima del Cerro de la Muela que dio origen al emplazamiento histórico de la ciudad dentro de la meseta, levantándose la primera línea de muralla y surgiendo la ciudad de Cástulo. Se construyeron casas, calles, silos, aljibes, hornos, etc. Cástulo se instituyó como un destacado oppidum íbero, posiblemente el más grande de toda la Península, con un tamaño de 54 hectáreas. Tenía el nombre de Kastilo y fue además la principal ciudad de la región de Oretania, formada por la agrupación de uno de los pueblos íberos más avanzados.
La producción agrícola, y sobre todo la explotación minera, continuaron formando las actividades primordiales durante este periodo íbero. En el trascurso de varias etapas, los tartesios, los fenicios y los griegos conocieron la riqueza metalúrgica de Cástulo. Seguramente estuvieron en el lugar y se establecieron relaciones comerciales con todos ellos. Sobre la muralla inicial se construyó otra más poderosa, adaptada a los contornos de la meseta, de la que han quedado pocos vestigios.
Romanos.
La riqueza minera que controlaba Cástulo hizo que ésta fuera objeto de atención de cartagineses y romanos, los cuales también se beneficiaron de sus filones. El lugar asumió un papel fundamental durante la Segunda Guerra Púnica (218 a.C. – 201 a.C.) que enfrentó a ambas potencias. Primero fue aliada de Cartago, de manera que incluso el general cartaginés Aníbal se casó con una princesa castulonense, Himilce, de la que hay una antigua estatua con leones en la ciudad de Baeza quizás originaria de Cástulo. Sin embargo, en los momentos finales de esta guerra se rindió a Roma mediante un pacto, ayudando a la victoria y a la conquista del Valle del Guadalquivir por parte de los romanos. Cástulo se convirtió entonces en una ciudad romana de Hispania incorporada primero a la provincia Bética y a partir de los años 13 a 7 a.C. a la provincia Tarraconense.
La ciudad romana siguió teniendo un destacado valor estratégico promovido por la agricultura y principalmente por la explotación minera de los yacimientos del entorno. Su importancia económica queda reflejada en que fue una de las primeras poblaciones en acuñar moneda fuera del ámbito colonial de la costa. Su ceca emitió moneda desde finales del siglo III a.C. En este nuevo periodo se remodeló el aspecto general del primitivo oppidum íbero para adaptarse al modelo organizativo y al urbanismo romano. Se realizaron nuevas construcciones entre las que había termas, templos, acueducto, foro, teatro y posiblemente anfiteatro. Se hicieron sistemas de abastecimiento de agua para conducirla desde los manantiales del norte hasta las cisternas principales en el interior de la ciudad, así como depósitos de menor tamaño para recoger el agua de la lluvia. La muralla íbera fue restaurada en varias ocasiones; los restos que se divisan actualmente pertenecen a las remodelaciones de la época romana.
Cástulo era el punto de concentración y distribución de los metales que se obtenían en los yacimientos que controlaba. Una vez extraído el mineral, se procedía a la elaboración del metal, bien en las mismas minas o bien en sitios cercanos. Después, ya preparados los lingotes, se distribuían a través de una red de diversas rutas de comunicación, utilizando las calzadas como la Vía Augusta o siguiendo las vías fluviales a partir del río Guadalimar. Este río era entonces navegable para barcazas de no mucho calado. Existía un embarcadero junto a la ciudad de Cástulo, del que quedan algunos restos, desde el cual se podía canalizar el tráfico hasta todo el valle del Guadalquivir. Las actividades mineras estaban en manos de sociedades arrendatarias, como la llamada “Societas Castulonensis”, «SC», que obtenían de Roma la concesión de la explotación. El trabajo en las minas fue realizado casi siempre por esclavos, a veces nativos de sitios muy lejanos, aunque no se puede descartar la existencia de trabajadores libres.
En el siglo III se produjo la primera recesión del perímetro urbano. La decadencia del Imperio Romano, potenciada por la crisis en la minería, ocasionó un colapso económico que provocó que la ciudad entrara en un declive del que ya no se volvería a recuperar nunca. Lentamente se fue perdiendo población, aunque siguió siendo un lugar relevante durante algunos siglos más. El progresivo abandono se realizó a favor de asentamientos rurales que se establecieron en el territorio circundante. A lo largo del siglo IV hubo una modificación en el trazado urbano de la ciudad.
Visigodos.
Durante el siglo V parece que pudo haber una comunidad judía entre sus habitantes. En el siglo VI, ya en época visigoda, la ciudad perduraba, pero su pujanza era cada vez menor. Una parte importante fue abandonada y algunos espacios públicos asumieron funciones diferentes. La única obra conocida de entidad que se llevó a cabo durante este periodo fue la construcción de una basílica. La práctica desaparición de la organización municipal hizo que ésta fuese asumida por los obispos visigodos. Cástulo tuvo sede episcopal, pero la perdió en el Concilio X del año 666 debido a la continua desvalorización de la ciudad, siendo trasladado el obispado a la emergente ciudad de Baeza.
Musulmanes.
En el siglo VIII, cuando llegaron los musulmanes, Cástulo ya no era más que una pequeña aldea constituida por unos pocos habitantes y varias casas dispersas que estaban protegidas por una endeble muralla.
Con los musulmanes, las magníficas tierras de la zona y su posición estratégica cobraron nueva valor. La ciudad pasó a denominarse Qastuluna. Aunque aparentemente no se reorganizó una medina como tal, sí que se procedió a construir pequeñas alquerías y casas dispersas, tanto en la meseta de Cástulo como en su entorno, a lo largo del río Guadalimar, aprovechando en muchos casos construcciones romanas. Este territorio llegó a ser un reino independiente de muy corta duración tras la sublevación de los muladíes, hasta que fue conquistada en el siglo X por Abd al-Rahman II y la integró definitivamente en el califato de Córdoba. En el siglo XII, durante el periodo almohade, se levantó una pequeña fortificación en la zona sur de la meseta para controlar el entorno y proteger a la población ante el avance cristiano.
Cristianos.
En el inicio del siglo XIII, Cástulo estaba situada en zona de frontera entre los reinos cristiano y musulmán. Sufrió continuas conquistas por parte de unos y otros hasta que el rey Fernando III la tomó definitivamente en el año 1227, otorgándola al Concejo de Baeza. Comenzó a llamarse entonces con el nombre de Cazlona. Se ampliaron las defensas de la fortaleza musulmana, que fue incluida en un nuevo recinto fortificado, el Castillo de Santa Eufemia, utilizando el torreón musulmán como la torre del homenaje.
En el siglo XIV la ciudad fue reclamada por Linares, agregada de Baeza. En el año 1350, el rey Fernando IV aceptó esta petición y concedió Cástulo a Linares. El auge de las vecinas ciudades de Linares, Baeza y Úbeda coincidió con la continuación del deterioro de Cástulo. En este siglo, el lugar se terminó de deshabitar hasta que finalmente fue abandonada y dejó de existir como lugar de población estable. Las casas, murallas y demás edificaciones fueron arruinándose lentamente hasta desaparecer, pues sirvieron de cantera de piedras durante muchos años para otras construcciones; se emplearon para levantar casas de las poblaciones cercanas, cortijos próximos al rio Guadalimar, e incluso se usaron para hacer puentes y otras obras como las vías del tren.
A lo largo del siglo XV se ordenó demoler los restos de edificios y murallas que aún permanecían en pie, ya que se habían convertido en refugio de bandidos y salteadores de caminos que hacían poco seguro transitar por sus alrededores. Poco tiempo después hubo un intento de repoblación, aunque no hubo éxito y el lugar quedó definitivamente abandonado. Luego se erigió allí la Ermita de Santa Eufemia, que permaneció en pie hasta el siglo XVIII, cuando las tierras de Cástulo fueron repartidas entre varios vecinos de Linares. La antigua Cástulo se convirtió durante los siglos XIX y XX en un espacio rural utilizado para el cultivo del olivo en el que había cortijos y caseríos, algunos construidos con elementos reutilizados de tiempos remotos. El expolio de los restos constructivos que continuaban en la zona ha seguido siendo constante hasta fechas muy recientes.
Actualidad.
El interés por el conocimiento de la extensa historia del lugar se impulsó esencialmente a partir de la segunda mitad del siglo XX. En el año 1956 se creó el Museo Arqueológico de Linares para recoger, conservar y mostrar las numerosas piezas que existían procedentes de Cástulo. Durante el año 1968 comenzó una primera fase de investigación de la zona. En el año 1972 el Ministerio de Educación y Ciencia expropió los terrenos de la meseta de Cástulo. En el año 1985 la Junta de Andalucía declaró como Bien de Interés Cultural a este lugar y a su perímetro circundante. En el año 2011 la Junta de Andalucía aprobó la creación del Conjunto Arqueológico de Cástulo, que agrupa en una sola institución la gestión de la zona arqueológica de Cástulo, estimada con una extensión de 3123’56 hectáreas situadas entre las localidades de Linares, Lupión y Torreblascopedro, así como el Museo Arqueológico de Linares. De esta manera, se intenta conseguir un importante avance en la tutela del patrimonio de la que constituye una de las zonas arqueológicas más importantes del sur peninsular. Desde este año 2011 el proyecto Forvm MMX, promovido por la Junta de Andalucía, la Universidad de Jaén y el Ayuntamiento de Linares, se encarga de los trabajos arqueológicos de Cástulo.
La mayoría de la colección arqueológica originaria del yacimiento se conserva en el Museo Arqueológico de Linares. También se exponen algunas piezas en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid. En la superficie de Cástulo se pueden contemplar restos de construcciones de la antigüedad, como parte del lienzo de las murallas a la izquierda de la entrada, unas termas con hipocausto, sistema de calefacción, junto a la edificación abovedada subterránea que pertenecería a sus letrinas, los cimientos de un gran edificio de cinco naves, un conjunto de aljibes, los fragmentos de las torres del castillo de Santa Eufemia y huellas dispersas de otras edificaciones como las de varias casas romanas y una basílica paleocristiana. También en el entorno de la meseta existen diversos vestigios, como antiguos talleres metalúrgicos, puentes, restos de viviendas y calzadas, algunas necrópolis que corresponden a las distintas fases poblacionales, etc.
En los últimos años se están realizando importantes hallazgos en el lugar: el llamado “Mosaico de los Amores”, que se trata de un mosaico con escenas mitológicas del Alto Imperio Romano; la escultura de un león de piedra, datado entre los siglos II – I a.C. y que posiblemente flanqueaba uno de los laterales de la puerta de entrada a la ciudad; y también, una patena de cristal, datado en la segunda mitad del siglo IV, que contiene la imagen más antigua de Jesucristo encontrada hasta ahora en la Península Ibérica. Pero Cástulo aún puede proporcionar bastante información de su pasado. A pesar del gran expolio que ha sufrido, todavía es mucho lo que seguramente guarda bajo el suelo actual. De hecho, los estudios realizados mediante prospección electromagnética revelan la presencia de un yacimiento del más alto interés conservado bajo el terreno.
Para llegar a Cástulo, desde Linares, hay que tomar la carretera JA-4102 a Torreblascopedro. Después de cuatro kilómetros existe una salida señalizada hacia la izquierda. Luego hay otros tres kilómetros en la carretera JV-3003 hasta llegar al Conjunto Arqueológico de Cástulo. Dispone de un Centro de Interpretación, con aparcamiento, situado cerca de la entrada norte.