Cerro de las Cabezas

Cerro de las Cabezas

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Periodo: Siglos VII a.C. – II a.C.

Lugar: Valdepeñas, Ciudad Real.

Coordenadas GPS: 38.707500°, -3.421680° / 38°42’27.0″N, 3°25’18.1″W.

El oppidum del Cerro de Las Cabezas fue una importante ciudad fortificada íbero-oretana, situada en un cerro de 805 metros de altura sobre el nivel del mar y a 160 metros sobre el cauce del río Jabalón, afluente del río Guadiana. Se ubicaba en un lugar estratégico formado por el eje de comunicaciones y comercial entre la Meseta, el valle del Guadalquivir y el Levante. Dominaba un amplio territorio de la llanura manchega y las primeras estribaciones de Sierra Morena. Además estaba próxima a las comarcas mineras del Campo de Calatrava, Almadén y Puertollano.

La excelente conservación de sus restos arqueológicos lo hacen un referente dentro del entorno de la arqueología íbera. Su destrucción y abandono a principios del siglo II a.C. y la casi nula ocupación por culturas posteriores que pudieran desvirtuar su arquitectura, nos permite estudiar una ciudad íbera desde sus inicios hasta su final. Únicamente se han localizado esporádicos asentamientos en las áreas superiores del cerro durante la época medieval.

Las laderas norte y oeste del cerro presentan excepcionales condiciones naturales para su defensa, con fuertes pendientes, mientras que en las laderas este y sur sus inclinaciones naturales son suaves, por lo que la defensa de estas áreas se realizó mediante la construcción de grandes murallas. Los orígenes de este asentamiento se remontan al siglo VII a.C. Entonces se construyeron cabañas rectangulares y ovaladas sin ningún tipo de ordenamiento urbano, situadas en la zona baja del cerro y más próxima al río Jabalón. La ciudad fue ampliando poco a poco su extensión.

A finales del siglo VI a.C. y principios del siglo V a.C. es cuando comenzó a desarrollarse definitivamente el urbanismo y el sistema defensivo de la ciudad. El urbanismo se estructuró en torno a ejes principales y secundarios, dando lugar a una ordenación urbana en torno a núcleos de casas que se agrupaban en terrazas que iban salvando la fuerte pendiente del cerro. El sistema defensivo, con una extensión de 1600 metros, estaba compuesto por murallas ciclópeas (de grandes piedras y sin argamasa que las ensamble), puertas de acceso y torres de defensa, que protegerían todo el entramado urbano de calles, almacenes, santuarios, casas, hornos cerámicos y de pan, etc. Su extensión era de 14 hectáreas.

En el Cerro de Las Cabezas se desarrolló una importante producción cerámica, a mano y a torno, sobre todo durante los siglos IV a.C. a III a.C.: grises, pintadas, incisas, griegas, decoradas con técnicas de estampillado, platos, vasos, urnas globulares, ánforas policromadas, etc. También se han encontrado muchos utensilios metálicos, fíbulas, falcatas, etc., lo que pone de manifiesto la gran riqueza material de esta ciudad. Fue abandonada a principios del siglo II a.C., se supone que debido a la inestabilidad social y al ambiente bélico relacionado con el final de la Segunda Guerra Púnica que enfrentó a romanos y cartagineses. Lo que se sabe con certeza por los restos encontrados es que fue completamente quemada y abandonada de forma precipitada.

En el yacimiento se conservan íntegramente los cimientos de las casas y muchos de los bloques de piedra de la muralla exterior. Se cree que fue un gran centro agrario, un gran centro productor y exportador de materiales cerámicos y un gran centro político con una extensa área de influencia. Todavía queda mucho por excavar; de momento se ha hecho en la parte más baja situada al sur y este del cerro, junto a la autovía, quedando toda la parte de arriba en donde se cree que habitaría la clase dominante. En la cima se intuye la presencia de un enigmático edificio hexagonal cuya función de momento es un misterio; en las fotografías aéreas se distinguen perfectamente las murallas que suben por los costados del cerro y también un segundo recinto amurallado que bordea el edificio mencionado. La presencia de la carretera nacional A4 eliminó parte de la zona baja del asentamiento, a pesar de que durante su construcción se desvió algo su trazado original.

En el verano del año 2013 se encontraron los restos de una necrópolis, de las varias que se supone que tiene que haber en los alrededores. Está situada más allá de la carretera nacional y al otro lado del río Jabalón. Apareció de manera fortuita al ir a levantar una torre de alta tensión. Se localizaron diversos restos arqueológicos dispersos en la zona, entre los que destacan catorce tumbas de incineración, un túmulo y una pila funeraria. También aparecieron más de 400 objetos como botones, broches, monedas, fíbulas, proyectiles y adornos diversos.

Esta ciudad estaba dentro del territorio íbero de los oretanos, que se extendía desde Sierra Morena por el sur hasta el rio Guadiana por el norte, incluyendo todo el Parque Natural de Despeñaperros. Se correspondía con parte de las actuales provincias de Jaén, Córdoba, Albacete y Ciudad Real. Otras importantes ciudades de la Oretania eran Cástulo, Sisapo, Oretum, Gemella, Miróbriga, Lacurris, Luparia, Puente Tablas, Iltiraka, Obulco, Toya, Cerro del Pajarillo, etc. Algunos de los restos arqueológicos encontrados durante todos estos años en el yacimiento se encuentran repartidos entre el Museo Municipal de Valdepeñas, el Museo Provincial de Ciudad Real y el Museo Arqueológico Nacional.

Este yacimiento está situado a unos 8 kilómetros al sur de Valdepeñas, junto a la carretera nacional A4, la autovía de Andalucía, salida 208. En el margen derecho en el sentido Madrid a Córdoba. Cuenta con un centro de interpretación con paneles informativos, proyecciones multimedia, recreaciones de viviendas y murallas íberas, etc.

 

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