Las lucernas son pequeñas lámparas conocidas y utilizadas ya desde la prehistoria. Los romanos fueron quienes las fabricaron masivamente y las usaron de forma generalizada para tener luz artificial. Se componen de un recipiente ovalado con un depósito y dos orificios, uno por donde se introduce una mecha y otro por donde entra el aire para alimentar a la llama. El depósito se rellena con aceite o grasa animal y empapa la mecha, que ha sido encendida previamente. Algunas incluyen asas. Se confeccionaron primero en hueso o piedra y luego en cerámica. Suelen llevar la estampilla con el nombre del taller o del alfarero que las ha realizado. Las piezas más vistosas están hechas en bronce. Los visigodos, musulmanes y cristianos también las emplearon.

Entre los numerosos objetos que formaban el ajuar doméstico de una casa romana, las lucernas cumplían una importante función como elementos imprescindibles para iluminar los diferentes aposentos durante las horas nocturnas. Pero el uso de las lucernas no se limitaba al ámbito de las viviendas, sino que estaban también presentes en lugares públicos como en las termas, en las tiendas del foro, en los templos, en los lugares de trabajo como los talleres artesanales y en las profundas galerías de las explotaciones mineras, donde se utilizaban a centenares.

Además de todos estos usos de carácter práctico, las lucernas cumplían otros cometidos de diverso significado. Eran frecuentes en fiestas y ceremonias públicas, en actos religiosos de culto, en los rituales funerarios y como ofrenda a los difuntos. La lucerna tenía así un simbolismo que transcendía a su mera funcionalidad.

Muchas veces se hacía de ellas una manifestación de creatividad, convirtiéndose en pequeñas obras de arte. Así, a la amplia variedad de formas que se fueron sucediendo a lo largo del tiempo, se añadió una interminable serie de motivos ornamentales con los que se decoraba el disco o parte superior de la lucerna, entre los que cabe destacar las formas geométricas y florales. También aparecen figuras de dioses como Júpiter, Apolo, Neptuno o Minerva, representaciones de animales mitológicos como pegasos, grifos o hipocampos, luchas de púgiles y gladiadores, imágenes de la vida doméstica, escenas eróticas, músicos danzantes, máscaras teatrales y, por último, animales variados.