Las minas de las Médulas
Inicio » Entradas » Edad Antigua »Periodo: I d.C. – III d.C.
Lugar: Carucedo, León.
Coordenadas GPS: 42.460840, -6.768050 / 42°27’39.0″N, 6°46’05.0″W.
Las minas de las Médulas son unas antiguas explotaciones mineras romanas situadas aproximadamente a 300 metros de la pedanía de las Médulas, perteneciente a la localidad de Carucedo, en la comarca de El Bierzo de la provincia de León. Es una fabulosa obra de ingeniería que está catalogada como la mayor explotación de oro a cielo abierto que existió en todo el Imperio Romano. Aunque no fue la más productiva, ya que para conseguir unos pocos gramos de oro había que remover bastantes toneladas de tierras. Existen otras tres minas a cielo abierto, más pequeñas, a unos 600 metros al sur de las Médulas. En el área de las actuales provincias de Asturias y León se conocen unas 320 minas de oro, todas más pequeñas que las de las Médulas.
Anteriormente a la llegada de los romanos a esta zona, ya se realizaban labores mineras en este yacimiento por parte de los pueblos astures que habitaban en pequeños castros fortificados del lugar. Pero en una intensidad mucho menor y con una metodología más básica. Se efectuaba de una forma artesanal mediante el uso de bateas, extrayendo, limpiando y cribando las arenas auríferas en los meandros y remansos del río Sil. Empleaban casi todo el metal conseguido para elaborar piezas de adorno personal.
Con la llegada de los romanos, los castros astures se convirtieron en campamentos metalúrgicos y sus habitantes en poblaciones sometidas. Se transformó lo que hasta entonces era una explotación a pequeña escala en una explotación intensiva, utilizando principalmente el método de “ruina montium”. El oro se conseguía mediante el desplome de la montaña por la acción del agua. El paso previo para conseguir que la montaña se viniera abajo era la excavación de una cuidadosa red de galerías interiores, lo que sin duda, requirió la presencia de técnicos cualificados. El resultado final era la creación de un auténtico laberinto en las entrañas de la montaña. Primero se excavaba un túnel principal y a partir de éste se iban abriendo otras galerías secundarias.
El agua se traía desde los ríos y arroyos de montañas más elevadas que las del yacimiento mediante una red de canales excavados en la roca, transportándola a depósitos situados en la parte alta de la montaña hasta llenarlos. Dichos depósitos actualmente ya no existen. Estos canales, cuya longitud se estima en unos 300 kilómetros, tienen una pendiente de entre el 0’6% y el 1%. Su ancho es de unos 1’28 metros, excepto en las curvas, de unos 1’60 metros, y su profundidad es de unos 90 centímetros. La construcción de los canales, que en algunos tramos discurren bajo la roca en forma de túnel, fue con diferencia, la obra más difícil y costosa de la explotación. Desde los depósitos el agua se soltaba de una vez y a su paso por las galerías abiertas en el interior de la montaña se conseguía su erosión y derrumbamiento. La fuerza hidráulica arrastraba el conglomerado aurífero, que era conducido hasta los denominados canales de lavado, donde el oro quedaba depositado. De esta forma los romanos removieron aproximadamente unos 240 millones de metros cúbicos de tierra, reduciendo montañas enteras a barro y oro. Los desmontes mineros producidos alcanzaron 3 kilómetros de extensión máxima y más de 100 metros de profundidad.
El oro extraído se enviaba a Astorga, desde donde se transportaba hacia el sur a través de la Vía de la Plata, por Mérida, Sevilla y Cádiz, para ser embarcado hasta Roma. La explotación del oro está directamente relacionada con la creación por parte del emperador Augusto de un sistema monetario basado en las monedas de oro (el áureo) y de plata (el denario). La producción de oro durante el Imperio Romano estuvo controlada por el Estado y orientada en gran medida a la acuñación de moneda. La evolución y ritmo de la extracción del metal estuvo siempre condicionado por los cambios, necesidades de moneda y devaluaciones de ese sistema monetario, relacionado además con la situación política de Roma.
Su momento de mayor apogeo se produjo en la época del emperador Trajano, entre finales del siglo I y principios del siglo II. El abandono definitivo de las labores mineras llegó en los primeros años del siglo III, coincidiendo con la crisis y las luchas internas por el poder en Roma. Posteriormente el yacimiento no se ha vuelto a explotar. Se estima que durante su existencia debieron intervenir más de 100.000 personas, en un trabajo que debió ser duro y peligroso. La cantidad total de oro extraído pudo rondar los 960.000 kilogramos, más de 900 toneladas.
A pesar de las profundas alteraciones realizadas en el medio natural, también se generaron nuevos ecosistemas que se han mantenido en equilibrio hasta nuestros días. El resultado de la intervención romana en el territorio a lo largo de dos siglos ha configurado con el paso del tiempo un paisaje único, con restos de la exploración minera, pequeñas colinas de arenas rojizas cubiertas sobre todo de castaños y robles, llanuras artificiales originadas por los restos de las minas que crearon nuevas vías de acceso al lugar, antiguos cauces de los canales que conducían el agua luego reutilizados como caminos de comunicación y trasiego de ganado por los habitantes de la zona, y el lago de Carucedo, que se originó debido al taponamiento ocasionado por los vertidos del sitio de salida natural del agua del valle; más tarde fue un valioso recurso piscícola y hoy día es un humedal protegido. Junto a este lago hay restos de una villa romana, donde se supone que estarían los edificios administrativos de las minas.
La extensión de la superficie de este entorno que se ha modificado debido a la actividad de las minas es de 1228 hectáreas, desglosados de esta manera: 452 hectáreas de desmontes mineros en tres sectores excavados, 584 hectáreas de estériles acumulados en seis sectores que rellenan antiguos valles y 102 hectáreas correspondientes al lago originado (el lago de Carucedo) y a los terrenos sedimentados aguas arriba de él. Este entorno fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 1997. Para visitarlo hay un aparcamiento de coches justo antes de llegar a la pedanía de las Médulas desde la localidad de Carucedo. Junto a él está el Aula Arqueológica en donde nos pueden facilitar información. Existen varias sendas señalizadas de diferente duración y dificultad.