Segóbriga

Segóbriga

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Periodo: Siglos I a.C. – IV d.C.

Lugar: Saelices, Cuenca.

Coordenadas GPS: 39.885278°, -2.813333° / 39°53′7″ N, 2°48′48″ W.

Segóbriga fue una importante ciudad romana, situada a unos tres kilómetros al sur de la localidad de Saelices. En su lugar hubo previamente un castro celtíbero, constituyendo un punto estratégico de la Meseta Oriental que dominaba su entorno y las vías de comunicación que desde la antigüedad pasaban por allí. Tras su conquista romana en el siglo II a.C., la ciudad fue completamente derruida y construida en nueva planta. Para adecuarse a la topología de una típica ciudad romana tuvieron que recurrir a allanamientos y aterrazamientos del terreno. Al interés arqueológico de la zona se añade el paisajístico, pues la zona mantiene el paisaje originario de época romana sin alteraciones significativas. Ha llegado hasta nuestros días en un aceptable estado de conservación.

La importancia y el interés económico que alcanzó Segóbriga se debía a su riqueza agrícola, ganadera y sobre todo minera. Ésta fue su base de expansión y riqueza. Era un centro de explotación y gestión de «lapis specularis» de gran calidad, el espejuelo, una piedra de yeso cristalizado en láminas traslúcidas que deja pasar la luz. Antes del empleo del vidrio, se utilizaba los edificios romanos para su colocación en ventanas a modo de vidrieras y para decorar suelos y paredes. Además esta piedra se usaba, machacada y mezclada con la arena, en teatros y circos para que brillase la superficie del suelo y así hacer los espectáculos más impresionantes. Era muy apreciado en todo el Imperio Romano por su calidad y se consideraba el principal yacimiento minero de este material de todo el mediterráneo. Sirvió para abastecer a lugares como Pompeya, Herculano o Roma. Las minas se encontraban esparcidas en un radio de 148 km alrededor de la ciudad. En localidades próximas a Segóbriga existen diversas evidencias de estas explotaciones. «La Cueva de la Mora Encantada», en Torrejoncillo del Rey; «Las Cuevas del Sanabrio», en Saceda del Río; «La Cueva Elpozolacueva», de Torralba; o el conjunto de minas que se encuentran en Osa de la Vega y en Saceda del Río. Están catalogadas algo más de 25 minas y se calcula que en total pudo haber aproximadamente unos 50 kilómetros de galerías. Actualmente se pueden visitar algunas de ellas.

Su situación geográfica estaba en un lugar de paso de varias calzadas romanas. La más importante era la que unía Carthago Nova con Complutum y su conexión con Toletum y Segontia (Cartagena, Alcalá de Henares, Toledo y Sigüenza). Segóbriga alcanzó su esplendor entre los siglos I d.C. y III d.C., convirtiéndose en una ciudad que era nudo de comunicaciones, centro minero, agrícola, ganadero y capital administrativa de un amplio territorio a su alrededor.

El cambio en su desarrollo se produjo desde el siglo II, cuando comenzó a generalizarse el uso del vidrio. Y a partir del siglo IV, debido a la crisis del Imperio Romano, se inició su progresiva decadencia económica y conversión en un centro rural. Se abandonaron sus principales monumentos, como el teatro y el anfiteatro. Estos dos edificios se adaptaron para su uso agrario. Desde el siglo V, ya en época visigoda, todavía era una importante ciudad, aunque la vida urbana era cada vez más reducida. Sin embargo, tenía obispos que acudían a los concilios de Toledo, como el III Concilio de Toledo del año 589 y el XVI Concilio de Toledo del año 693. De estos años hay restos de una extensa necrópolis que la rodea y de varias basílicas, una de las cuales, la que está al norte del yacimiento y fuera del área urbana más allá de la necrópolis, está considerada como una de las construcciones cristianas suburbanas más destacadas de la península. En este periodo se levantaron algunas viviendas dentro del teatro y el anfiteatro. Con la invasión musulmana del siglo VIII, los obispos y gobernantes visigodos se refugiaron en los reinos cristianos del norte. Se construyó una fortificación musulmana, sobre la antigua acrópolis situada en la parte superior del cerro, de la que queda actualmente una torre.

Tras la reconquista cristiana su población se desplazó a la zona sur de la localidad de Saelices, junto a la «Fuente del Mar», lugar de donde partía el acueducto que había abastecido de agua a la ciudad de Segóbriga. La colina en donde había estado la antigua ciudad romana pasó entonces a denominarse “Cabeza del Griego” y quedó reducida a una pequeña población rural dependiente de la villa de Uclés, situada a 10 kilómetros al noroeste. Se utilizaron sillares extraídos de sus ruinas para la construcción de diversas edificaciones de los alrededores. Fue el caso del Monasterio de Uclés, para cuya edificación entre los siglos XVI y XVIII se empleó gran cantidad de materiales del lugar y sobre todo provenientes del anfiteatro. Desde entonces prosiguió su paulatina despoblación hasta ser totalmente abandonada. Se construyó una pequeña ermita, sobre una de las antiguas termas, que ha sido el único edificio que ha llegado completo hasta nuestros días.

El nombre de Segóbriga deriva de dos palabras de origen celtíbero, lengua de la rama celta indoeuropea. El topónimo proviene del término «sego», que significa victoria (prefijo también presente en el nombre de las ciudades de Segovia, Segorbe, Segeda y Segontia), y del sufijo «briga», que significa ciudad, fortaleza. Por lo que su traducción vendría a ser «ciudad de la victoria» o «ciudad victoriosa». El término «briga» es muy común en los topónimos de la región celtíbera o de zonas de expansión de las lenguas célticas en la Península Ibérica.

La ciudad está situada en un cerro de 857 metros de altura y algo más de diez hectáreas de extensión, protegido en la zona sur por el río Cigüela, afluente del rio Guadiana, que le servía de foso natural. Estaba rodeada de una muralla de 1300 metros de longitud en forma de polígono con aspecto ligeramente cuadrado. La muralla se encuentra bien conservada sólo en una parte del lado norte ya que en el resto del trazado sólo es una huella sobre el terreno. Su grosor oscilaba entre dos y tres metros con una altura de cuatro a seis metros y contaba con un doble paramento de sillares de piedra caliza relleno de piedras y tierra. Tenía varias puertas monumentales. La puerta principal estaba en el norte, con uno o dos arcos para el paso de carros y peatones. Además, bajo ella atravesaban las cloacas para el desagüe de la ciudad. La puerta del este se situaba junto a una gran torre octogonal, la única que había en todo el perímetro de la muralla.

Extramuros, antes de entrar en la ciudad y a ambos lados de la vía de entrada por la puerta principal, están el teatro y el anfiteatro, destinados a las grandes festejos y actos colectivos. Son dos construcciones que se levantaron a la vez y que en la actualidad mantienen sus graderíos en buenas condiciones. Se aprovechó la pendiente de la colina para así conseguir reducir el trabajo de construcción de ambos edificios. El anfiteatro tiene forma elíptica irregular y sus 75 metros de largo y 66 metros de ancho lo hacen el mayor edificio de Segóbriga, con capacidad para unos 5500 espectadores. El teatro es uno de los más pequeños de toda la Hispania Romana, con capacidad para unos 2500 espectadores, pero también es de los mejor conservados debido a que ha estado enterrado y por lo tanto ha pasado desapercibido hasta las excavaciones actuales. Esto no ha ocurrido con el anfiteatro, que siempre ha permanecido visible. El teatro se dividía en tres partes, separadas por corredores, destinadas a clases sociales distintas. La parte superior se apoyaba en la muralla sobre un corredor abovedado bajo el que corría una calle.

La puerta norte daba a la calle principal norte-sur o «kardo maximus» que constituía el eje de la ciudad y de la que salían las calles transversales en sentido este-oeste o «decumani». Nada más atravesar la puerta principal de entrada a la ciudad estaba el foro, formado por una gran plaza enlosada y rodeada de pórticos y de los monumentos urbanos más significativos, como los edificios administrativos, la basílica y la curia. Frente al foro, al otro lado de la calle principal norte-sur, se alzaba el templo dedicado al culto imperial. También había dos conjuntos de termas: las monumentales y las del teatro. Una buena parte de la ciudad estaba formada por las calles con casas y tiendas. En la parte más alta del cerro se hallaba la acrópolis, desde la que se domina un espléndido paisaje. En este lugar es donde se ubicaba anteriormente el castro celtíbero y actualmente conserva los restos de una torre musulmana.

El suministro de agua se hacía mediante un acueducto y diversos aljibes repartidos por toda la ciudad. El acueducto era el elemento principal de esta instalación. Llegaba a Segóbriga desde la localidad de Saelices. Se trataba de una captación múltiple aprovechando las aguas subterráneas existentes cerca de la “Fuente del Mar”. Los aportes recogidos eran reunidos por medio de galerías talladas en la roca y, tras ser decantadas las aguas, una conducción de hormigón con tubería de plomo en su interior las trasladaba hasta Segóbriga, sorteando las desigualdades del terreno gracias a la presión proporcionada por la diferencia de altitud entre el origen y el destino. El acueducto entraba por la zona en que hoy se encuentra el centro de interpretación y llegaba a un primer aljibe que recogía las aguas y las decantaba antes de que fueran distribuidas por el resto de los depósitos que aprovisionaban a la ciudad.

Segóbriga tuvo varias necrópolis a lo largo de su historia, todas fuera de la ciudad, vinculadas primero al crecimiento del número de habitantes y luego a los cambios continuos de los rituales de enterramiento. De momento se han encontrado tres de ellas. Una es de época del Alto Imperio Romano, otra de época visigoda y la tercera de época musulmana. También fuera están los restos de un santuario rupestre romano dedicado a la diosa Diana. Se encuentra emplazado a un kilómetro al sur de Segóbriga en un entorno de montes de encinas, al pie de la vía que se dirigía a Carthago Nova. La cronología de este santuario extraurbano se sitúa entre los siglos I y II d. C. También fuera están los restos de un circo romano que no llegó a terminarse, que se encuentra esbozado con algunas trazas junto a la carretera CM-310, a unos 300 metros al norte de la ciudad.

El yacimiento dispone de un centro de interpretación y se visita con guía. Existen varios itinerarios señalizados que cuentan con paneles informativos. En el centro de interpretación hay una sala de exposiciones en donde se explica el origen y la historia de la ciudad, además de mostrarse algunos de los objetos encontrados o réplicas de los mismos. También hay diversas rutas por los alrededores que permiten contemplar varias construcciones de aquella época y divisar panorámicas del cerro en donde se encuentran los restos de la ciudad. Actualmente el teatro se utiliza de forma esporádica para realizar representaciones. A poco más de 70 kilómetros hacia el este se encuentra la ciudad romana de Valeria.

 

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