Vetones

Vetones

Inicio » Entradas » Edad Antigua » Vetones

Localización y periodo.

Los vetones fueron un pueblo de cultura celta que se extendió por territorios de la Meseta del Occidente de la Península Ibérica limitados en el norte por el río Duero y en el sur por el río Tajo, sobre todo en lo que hoy son las provincias de Ávila, Cáceres, Salamanca, Segovia, Toledo, Zamora y en determinadas zonas del norte de Portugal. Desde aproximadamente el año 500 a.C. y el cambio de era, los habitantes de estos lugares compartieron una serie de rasgos culturales: organización social y económica, elementos materiales, lengua y también creencias religiosas. Esta identidad fue posteriormente reconocida en los textos de los escritores griegos y romanos con el nombre de Vetona o región de los pueblos vetones.

En ese periodo, la Segunda Edad del Hierro, gran parte de la Meseta estaba inmersa en un proceso de explotación intensiva del terreno, con un incremento de la deforestación y la conversión de amplios territorios en pastos y tierras de cultivo. Estas estrategias facilitarían un amplio desarrollo, con un notable aumento demográfico e importantes jerarquías sociales.

Ciudades.

La población vivía sobre todo en los castros, lugares fortificados que les servían de protección. Estaban ubicados en cerros altos y en la confluencia de ríos. Las había con gran variedad de tamaños: existían desde pequeñas aldeas, por debajo de una hectárea, hasta poblados entre 15 y 70 hectáreas, con comunidades de varios centenares de personas. En época tardía algunas ciudades rebasarían estas cifras. Es el caso del Castro de Ulaca, con una superficie amurallada superior a las 70 hectáreas. Las murallas eran de piedra, con una anchura de cuatro a ocho metros y una altura de cuatro a seis metros. Tenían torres y bastiones en las entradas. Es posible que el remate de las murallas estuviera realizado en madera. A veces estaban precedidas por fosos además de amplios espacios sembrados de piedras hincadas en el suelo y salientes puntiagudos, con el fin de entorpecer la posible llegada de atacantes. Algunas de sus ciudades más emblemáticas alcanzaron formas de organización complejas, que desaparecerían con la conquista romana. Se estructuraban en barrios, talleres, mercados y edificios públicos, siguiendo el trazado de calles relativamente planificadas.

Viviendas.

El tipo de vivienda variaba según la categoría social de sus moradores. Además fueron cambiando con el paso del tiempo. Las más antiguas eran de dimensiones reducidas, entre 30 y 40 metros cuadrados, cuya compartimentación interna se podía realizar con materiales perecederos. Las casas más complejas y de mayores dimensiones eran de planta cuadrada o rectangular, algunas tenían una superficie por encima de los 150 metros cuadrados y presentaban varias dependencias dedicadas a cubrir las diferentes necesidades: cocina, almacén, cuadra y dormitorio. El sistema básico de construcción consistía en un zócalo de piedra sobre el que se levantaba un muro de tapial, adobe o ladrillo. La cubierta de escoba, retama o piorno, se montaba sobre un entramado de troncos y palos sobre los que, muy probablemente, se echaba una pequeña capa de barro para impermeabilizarla.

En general, las casas se agrupaban junto a las murallas y buscando protección entre las rocas. Algunas zonas dentro de los asentamientos ofrecen escasos indicios de ocupación y posiblemente fueron áreas destinadas para pastos y guardar ganado.

Agricultura.

La agricultura fue básicamente de tipo cerealista de secano, con distintas variedades de trigo y cebada resistentes al clima frío y seco de del territorio en el que estaban asentados. También cultivaban, en menor cantidad, unas pocas variedades de legumbres. Recolectaban bellotas y recogían miel. El consumo de cereales se hacía en forma de tortas, panes o incluso gachas. Se fabricaban harinas a partir de las bellotas. Se endulzaban algunos alimentos con la miel. Es casi seguro que los vetones tuvieran campos de cultivo bien delimitados junto a granjas y aldeas. El hierro permitió fabricar instrumentos de gran utilidad en las tareas agrícolas. Se pudo así cultivar suelos en las partes bajas de los valles y permitió colonizar zonas que aún no habían sido antes ocupadas.

Ganadería.

La ganadería fue el principal medio de vida y base de la economía de los vetones. Estaba formada sobre todo por vacas, ovejas, cabras, cerdos y caballos. Aparte de carne y leche, el ganado proporcionaba numerosos artículos de primera necesidad. Las pieles, el cuero, los huesos y las cornamentas se destinaron a la realización de prendas, adornos y variados tipos de instrumentos. Además, estos animales se empleaban también para la carga, el transporte y de ayuda en la agricultura. El cuidado de las reses suponía una labor importante, por lo que una parte de los recintos amurallados de los castros podrían haber cumplido la función de cercado para el ganado.

Los verracos son las típicas esculturas de granito realizadas por los vetones, representando a toros y cerdos. Tenían fines protectores y de control territorial.

Metalurgia.

En el siglo IV a.C. el hierro ya se había convertido en el material común para la fabricación de útiles y armas, aunque los objetos artísticos de mayor calidad se hacían todavía en bronce. La metalurgia del hierro era una de las actividades más importantes de los vetones. Llevaban a cabo una producción industrializada de muchas herramientas: clavos, escarpias, hoces, hachas, azuelas, picos, martillos, cuchillos, lanzas o espadas, entre otras piezas.

Cerámica.

La fabricación de cerámica era una actividad muy desarrollada por los vetones. Inicialmente era una producción manual a la que más tarde se añadiría el torno de alfarero, que junto al horno de cocción oxidante facilitaron una producción estandarizada y de mejor calidad. Las decoraciones, a base de estampillados y la pintura roja, sustituirían a las incisiones a peine en la vajilla común. La producción de adobes implicaría, además de la existencia de hornos, también la de almacenes.

Cantería.

La obtención de piedra para la construcción de murallas y diversas edificaciones como viviendas y almacenes, explica la importancia de la cantería como actividad especializada. Se aprovecharon grandes planchas de granito siguiendo las vetas y fracturas naturales, rompiendo con cuñas bloques de dimensiones más o menos regulares. Todo este proceso de trabajo es visible en las canteras del Castro de Ulaca, con una técnica en la elaboración de sillares que ha perdurado prácticamente hasta nuestros días. La labra de molinos circulares de dos piezas debió ser otra de las actividades habituales. En estos molinos, el grano de cereal se trituraba y transformaba en harina para consumo doméstico.

Ritual funerario.

El ritual funerario que normalmente se realizaba era la cremación de los cuerpos. Se llevaba a cabo quemando en una pira el cadáver con sus armas y adornos. Las cenizas junto a los restos de huesos y objetos eran recogidos para llevarlos al cementerio, en donde eran enterrados, directamente en un hoyo o después de ser depositados en una vasija de barro. A veces las tumbas se cubrían con túmulos, estelas o pequeñas lajas.

En los ajuares quedaba reflejada la estructura piramidal de la sociedad vetona. Los jefes más prominentes iban acompañados de las armas y los arreos que habían utilizado para sus caballos. En un nivel inferior estaba un grupo de guerreros más amplio y con una panoplia más modesta. Luego se encontraba la masa de población, compuesta por artesanos, comerciantes, campesinos. Y finalmente los individuos más humildes, siervos y esclavos, con los enseres más sencillos.

Los primeros enterramientos del siglo V a.C. contenían espadas de hierro y otros útiles que revelan la existencia de una metalurgia especializada. Hacia el año 300 a.C. había puñales y algunos tipos de escudos que se emplearían en las guerras contra los romanos. En el extremo occidental del territorio de los vetones se practicaron rituales funerarios que no han dejado vestigios. Tal vez la exposición de los cadáveres a los agentes naturales y a los animales carroñeros, o bien el arrojar los cuerpos o sus cenizas a los ríos.

Religión.

Los vetones y los pueblos celtas en general, rendían culto a los dioses en santuarios rupestres al aire libre. Uno de los más importantes es el del Castro de Ulaca. El monumento conserva escaleras talladas y cubetas, donde tendrían lugar complejos rituales de sangre, fuego y agua. Los sacrificios humanos serían los más excepcionales, pero sin duda también los hubo. El historiador griego Plutarco relata el caso de los habitantes de Bletisama, la actual Ledesma, quienes entre los años 96 a.C hasta 94 a.C. certificaron la paz con un pueblo vecino sacrificando un hombre y un caballo. Del Castro de Tecla de Yeltes proceden efigies de granito que representan cabezas humanas, habiéndose relacionado con la posible costumbre celta de cortar las cabezas de los enemigos para colgarlas de los crines de los caballos, o exponerlas en las casas como trofeos. Algunas estructuras de la necrópolis de la Osera, en el Castro de Mesa de Miranda, tuvieron un significado astrológico. Las estelas que señalan los grupos familiares enterrados funcionarían como marcadores de los días más significativos del año, los solsticios de verano e invierno.

Conquista romana.

La conquista romana de los territorios habitados por los vetones se produjo en el contexto de dos conflictos casi simultáneos: las guerras lusitanas y celtíberas (años 154 a.C. hasta 133 a.C.) que tuvieron como consecuencia la extensión del dominio de Roma a la Meseta. Las campañas contra vetones y galaicos del cónsul Quinto Servillo Cepión (año 139 a.C.), tras romper la paz que un año antes firmara con Viriato, y de su sucesor Décimo Junio Bruto fueron decisivas para dominar el oeste de la Meseta. Esta ocupación despejaría el camino hasta la Vía de la Plata, importante ruta de comunicación, y el noroeste peninsular, región muy atractiva por sus minas de oro y estaño.

El ejército romano, en sus desplazamientos, desempeñó un importante papel como difusor de ideas y también como consumidor de alimentos, bienes y materias primas. En esta época el comercio a través de las redes fluviales del Duero y del Tajo empezaba a estar sólidamente establecido. Es posible que los asentamientos más cercanos a estas vías de comunicación estuviesen involucrados en el transporte de las mercancías. La obligación de no tener murallas y los traslados al llano fueron las estrategias de Roma para someter a las poblaciones indígenas, buscando sitios acordes a los nuevos intereses, valorando los recursos agrícolas existentes y el acceso a las redes de intercambio controladas por el ejército, rasgos que prefiguraban ya el entramado de rutas y ciudades de la época del Alto Imperio romano.

Castros más importantes.

  • La Mesa de Miranda (Chamartín, Ávila).
  • Las Cogotas (Cardeñosa, Ávila).
  • Los Castillejos de Sanchorreja (Sanchorreja, Ávila).
  • Ulaca (Solosancho, Ávila).
  • El Raso (Candeleda, Ávila).
  • Las Paredejas (Medinilla, Ávila).
  • Yecla La Vieja (Yecla de Yeltes, Salamanca).
  • Saldeana (Saldeana, Salamanca).

 

Anterior