La Casa de Alba es una de las más importantes casas nobiliarias de España. Desciende de una antigua familia aristocrática castellana del linaje de los Álvarez de Toledo. Su origen se remonta al siglo XIV y proviene de la numerosa e influyente comunidad mozárabe asentada desde siglos atrás de esa época en la ciudad de Toledo.

Su relevancia a lo largo de la historia ha sido mucha, sobre todo en los siglos XV y XVI cuando algunos de sus miembros prestaron destacados servicios a la corona, principalmente durante los conflictos que mantuvo la monarquía castellana, algo que les permitió como contrapartida acumular riquezas y títulos. La Casa de Alba, como la mayor parte de la nobleza titulada de aquel periodo, comenzó su ilustre papel histórico en la primera mitad del siglo XV, cuando el rey Juan II de Castilla otorgó el ducado sobre la villa de Alba de Tormes (en la provincia de Salamanca), al obispo Guiterre Álvarez de Toledo. Los Álvarez de Toledo ya eran entonces notables caballeros residentes en la ciudad de Toledo y sus alrededores. En el año 1438 Fernan Álvarez de Toledo, sobrino del obispo Gutierre Álvarez de Toledo, obtuvo del rey Juan II de Castilla el título de conde de Alba. Desde entonces, la Casa de Alba experimentó un importante desarrollo, sobre todo por las donaciones de poblados y villas otorgadas por la corona como consecuencia de los apoyos de sus titulares a la causa regia. Así, en el tiempo de los Reyes Católicos, la familia de los Alba ya formaba parte de la principal nobleza del reino. En los siglos siguientes sus miembros continuaron siendo importantes cortesanos, encargados de desempeñar funciones militares y administrativas, a la vez que acumulaban un significativo patrimonio inmobiliario que los ha convertido en una de las familias más ricas del país.

En el año 1472 el rey Enrique IV de Castilla elevó el título a ducado y García Álvarez de Toledo fue nombrado el primer Duque de Alba, llegando a ser un gran personaje de la política castellana del siglo XV. Su sucesor, el segundo Duque de Alba, fue Fadrique Álvarez de Toledo, con el que la Casa de Alba alcanzó su máxima identidad dentro de la realeza española. Cumplió tareas militares para los Reyes Católicos en la Guerra de Granada y luego ejerció como capitán general del rey Fernando el Católico durante las campañas contra Francia en Cataluña y Navarra. Más tarde prestó servicios en Italia y Flandes, prometiendo obediencia al emperador Carlos V y mostrándose hostil al movimiento comunero. En el año 1519 recibió de Carlos V el nombramiento de caballero del Toisón de Oro. Continuó Fernando Álvarez de Toledo (1507-1582), el tercer Duque de Alba, que también fue un representativo miembro de este linaje, realizando una carrera política y militar al servicio de los monarcas Carlos V y Felipe II en los Países Bajos. Una figura principal del siglo XVIII fue la de María del Pilar de Silva y Álvarez de Toledo (1762-1802), XIII Duquesa de Alba, cuyo palacete se convirtió en un foco de mecenazgo cultural de dicho siglo y que fue retratada por el pintor Francisco de Goya.

La Casa de Alba está considerada como una de las principales familias nobiliarias de la historia de España. Son propietarios de una de las mejores colecciones privadas de arte, conservada en más de 20 palacios y castillos repartidos por toda la geografía española. La “Fundación Casa de Alba” está dedicada al mantenimiento y administración de este importante patrimonio; tiene su sede en una de sus propiedades, el Palacio de Liria de Madrid. El título del Ducado de Alba de Tormes se ha ido heredando durante su existencia en 19 miembros distintos de la familia hasta la actualidad. Su poseedor además disfruta de otros muchos títulos, como el Ducado de Huéscar, provenientes de distintas casas nobiliarias debido a casamientos y herencias. Tras la muerte en noviembre del año 2014 de Cayetana Fitz-James Stuart, Duquesa de Alba desde el año 1953, el título lo ostenta su hijo Carlos Fitz-James Stuart, XIX Duque de Alba de Tormes y XIV Duque de Huéscar.