Los templarios

Los Templarios

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Los templarios o caballeros templarios eran los componentes de la Orden del Temple, orden militar y religiosa creada en el año 1119 en Jerusalén para defender los Santos Lugares, proteger a los peregrinos que la visitaban y luchar contra los infieles. Sus fundadores fueron caballeros franceses, siendo éste su gran centro de poder. Formaron una de las órdenes más importantes de la Edad Media. Fueron aprobados oficialmente por la iglesia católica en el año 1129 en el Concilio de Troyes.

Pronto su influencia se extendió por todo el mundo cristiano. Reyes y nobles de toda Europa les donaron propiedades como agradecimiento a su misión. Y ellos construyeron un número considerable de fortificaciones. A diferencia de lo que ocurrió en otros reinos europeos, los caballeros del temple encontraron en la Península Ibérica un escenario no muy distinto al de las lejanas tierras de ultramar de las que procedían. Era el único lugar que quedaba con dominio de los musulmanes en Europa y se podían hacer valer como en Tierra Santa. Era su segundo frente de lucha contra el infiel. Su presencia aquí quedaría ligada principalmente a la guerra de la Reconquista, contribuyendo de manera destacada en su éxito.

Nueve años después de su fundación, antes de que los templarios entrasen en combate en Tierra Santa, ya se tiene constancia de la existencia de la orden en la península. Tras participar y vencer en numerosas batallas, la orden del temple obtuvo diversas encomiendas, rentas vitalicias sobre territorios, repartidas por toda la Península Ibérica. Participaron con el Reino de Castilla en la toma de Cuenca en el año 1177, la batalla de las Navas de Tolosa en 1212 y la conquista de Sevilla en 1248, entre otras. Además, facilitaron las repoblaciones estables en las zonas conquistadas.

La pérdida de Tierra Santa en el año 1291 supuso la desaparición de muchos apoyos a los templarios. Esto se vio acompañado con diversas leyendas negativas y rumores que supusieron su desacreditación. En el año 1307 el rey Felipe IV de Francia ordenó la supresión de la Orden del Temple, con la benevolencia del papa Clemente V. Sin embargo, en los reinos hispanos sus miembros continuaron con su labor de ayuda contra la amenaza musulmana, aunque ya no con su nombre original. Formaban una élite de la que no se quería prescindir.

 

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