La expresión «Quien fue a Sevilla perdió su silla»

La expresión «Quien fue a Sevilla perdió su silla»

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Esta exclamación se dice de forma jocosa a alguien que por ausentarse ha perdido el lugar que ocupaba y ha sido sustituido por otra persona. La alusión histórica que ha trascendido es errónea, pues en realidad era «Quien se fue de Sevilla perdió su silla».

Su origen fue en el año 1460 durante el reinado de Enrique IV, cuando el arzobispo de Sevilla, Alonso de Fonseca el Viejo, consiguió que se nombrase a su sobrino, Alonso de Fonseca el Mozo, arzobispo de Santiago de Compostela. Pero el reino de Galicia estaba en plena revuelta social y, temeroso de la situación, el joven le pidió a su tío que intercambiasen sus títulos durante un tiempo para ayudarle en la toma de posesión de la sede episcopal. Éste accedió y fue arzobispo de Santiago de Compostela durante cuatro años, hasta que todo por fin se apaciguó.

Pero entonces, a su regreso a Sevilla, se encontró con que su desagradecido sobrino no quería dejar su puesto en Sevilla. Para solucionarlo, el decepcionado tío tuvo que recurrir a un mandamiento papal y a la intervención del rey castellano. Entre todos consiguieron que el sobrino volviera a su diócesis de Santiago de Compostela. De paso, también fueron ahorcados algunos de los que lo habían apoyado.

 

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