Catalina de Aragón

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La princesa española Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos, fue el desencadenante de uno de los mayores cismas de la Historia Moderna. Ante su rotunda negativa a aceptar el divorcio de su marido el rey inglés Enrique VIII y con la oposición del papa Clemente VII, el monarca puso en jaque a toda la cristiandad, separándose de los dictámenes de la Santa Sede y dando origen a la Iglesia Anglicana, de la que se erigió como Jefe Supremo.

La que habría de ser reina consorte de Inglaterra nació en el Palacio Arzobispal de Alcalá de Henares el 16 de diciembre de 1485. Recibió una esmerada educación conforme a una princesa cuyos progenitores eran unos de los principales artífices de la política de aquella época. Aprendió francés, flamenco, inglés y latín. Además se instruyó en la danza y la música, entre otras artes. Junto a estas materias, sus preceptores le inculcaron férreos valores morales basados en el catolicismo tradicional. Catalina de Aragón llegó a ser una persona excepcionalmente culta.

Los Reyes Católicos establecieron una serie de matrimonios políticamente estratégicos para sus hijos con el fin de aislar a Francia. Catalina de Aragón fue prometida desde muy pequeña, en el año 1489, a Arturo, Príncipe de Gales, el primogénito y heredero del monarca inglés Enrique VII, fundador de la dinastía Tudor.

En agosto de 1501 la joven infanta emprendió el largo viaje hacia Inglaterra para formalizar el enlace, que tuvo lugar el 14 de noviembre de ese mismo año. En abril de 1502, pocos meses después de las nupcias, el príncipe Arturo moría debido a una tuberculosis. A partir de entonces su hermano menor, Enrique VIII, Duque de York, pasaba a convertirse en Príncipe de Gales y por tanto heredero al trono, prometiéndose a su vez con Catalina de Aragón en otro matrimonio de conveniencia. El 21 de abril de 1509 su padre el rey Enrique VII murió tras una grave enfermedad. El joven Enrique VIII se convirtió en el rey de Inglaterra. Frente a su padre, representaba la esperanza para un pueblo desencantado, harto de corrupción y asfixiado por los impuestos. Pero el nuevo rey acabó convirtiéndose en uno de los peores tiranos de la historia.

La ceremonia nupcial entre Catalina de Aragón y Enrique VIII se celebró el 11 de junio de 1509. La obsesión de Enrique VIII por tener un heredero varón cuanto antes se convertiría en un problema. En enero de 1510 Catalina de Aragón dio a luz a una niña que había nacido muerta. La cuestión de la descendencia pareció calmarse en febrero de 1511, cuando trajo al mundo a un niño. Pero la situación cambió totalmente cuando a las seis semanas el pequeño murió. Catalina de Aragón se sumió en una gran tristeza y el rey se sintió traicionado y frustrado, obsesionado por la idea del heredero que no llegaba. Creía que su infortunio era resultado de un matrimonio pecaminoso, un castigo del cielo por haberse casado con la que había sido la mujer de su hermano. La infanta española tuvo otro hijo en octubre de 1513 que nació muerto y, de nuevo en estado, dio a luz en diciembre de 1914 a un hijo que falleció a las pocas horas. El 18 de febrero de 1516 tuvieron una hija llamada María, que fue el único descendiente común que sobrevivió hasta la edad adulta. Tuvieron otra hija en noviembre 1518 pero murió a la semana de nacer. En total tuvieron seis hijos de los que cinco fallecieron al poco tiempo.

Enrique VIII, que ya antes había empezado a tener aventuras con otras mujeres, consiguió el hijo varón que deseaba con Bessie Blount, dama de honor de Catalina de Aragón. Después de dar a luz fue a recluida en un convento. El niño, Enrique Richmond, en el año 1525 fue presentado en la corte para abrir el camino de la sucesión, aunque no sería quien finalmente tomase el testigo de la corona. Fue un duro golpe para su esposa Catalina de Aragón, que ya parecía entonces una reina cautiva. En el año 1527 el rey Enrique VIII tomó la decisión de divorciarse de Catalina de Aragón y tomar por esposa a la plebeya Ana Bolena, otra dama de honor de Catalina de Aragón.

El divorcio tuvo la oposición de la reina y de la Santa Sede, rehusando la nulidad que proclamaba Enrique VIII. Pero su desafío a la autoridad eclesiástica católica hizo que en el año 1533 anulase por cuenta propia su matrimonio con Catalina de Aragón. Enrique VIII y Ana Bolena se casaron el 25 de enero de 1533 bajo el juicio exclusivo del clero de Inglaterra. En junio de 1534 el papa Clemente VII decidió excomulgar al rey inglés. El cisma ya era una realidad, se produjo la ruptura de Inglaterra con la Iglesia Católica y comenzó la Reforma Anglicana. Enrique VIII asumió la supremacía sobre los asuntos religiosos. Catalina de Aragón ya no era reina de Inglaterra y su hija María pasó a ser declarada bastarda, siendo reemplazada en la línea sucesoria por Isabel, hija que el rey había tenido en septiembre del mismo año con Ana Bolena. Catalina de Aragón vivió recluida el resto de su vida en el castillo de Kimbolton.

El rey Enrique VIII se casó más tarde con Jane Seymour, dama de honor primero de Catalina de Aragón y después de Ana Bolena. La tiranía del monarca le costaría a Ana Bolena ser decapitada acusada de adulterio y brujería. Catalina de Aragón murió el 7 de enero de 1536, alejada de su hija y de sus amistades. Su tumba está en la Catedral de Peterborough, donde se puede leer la inscripción «Catalina, Reina de Inglaterra». El rey Enrique VIII murió el 28 de enero de 1947, enfermo, obeso y envejecido, después de varios matrimonios más y de un gobierno de abusos y opresión. Le sucedió en el trono Eduardo VI, hijo que tuvo con su tercera esposa la reina Jane Seymour.

 

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