El expolio del Monasterio de Sacramenia

El expolio del Monasterio de Sacramenia

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El monasterio cisterciense de estilo románico de Santa María la Real fue construido en el siglo XII en unos terrenos donados por el rey Alfonso VII en la población de Sacramenia, situada al norte de la provincia de Segovia. El paraje donde se ubicaba tiene el nombre de “El Coto de San Bernardo”. Desde entonces y hasta entrado el siglo XIX mantuvo su labor religiosa por parte de los monjes cistercienses que lo habitaban. En el siglo XX se produjeron usa serie de acontecimientos que supusieron la salida de España de este importante patrimonio histórico.

En el año 1835, debido a la desamortización de Mendizábal, el monasterio tuvo que ser abandonado por la comunidad religiosa y pasó a convertirse en un bien de titularidad pública con el objetivo de venderse al mejor postor. Así ocurrió y fue comprado por un granjero que lo utilizó como granero, establo y almacén para sus labores del campo. Siguió durante casi un siglo en manos privadas hasta que en el año 1925 ocurrió el siguiente hecho destacable.

En este año muere la persona que entonces tenía su propiedad, Carlos Guitián. Su familia a través de su yerno, Eugenio Colorado, recibió una oferta de compra por parte del estadounidense Arthur Byne. Después de las negociaciones llegaron a un acuerdo de compra por 40.000 dólares de la mayor parte del monasterio: incluía el claustro, la sala capitular y el refectorio. Lo único que se excluía era la iglesia y la cilla (el almacén donde se guardaban las provisiones del monasterio), debido a que Eugenio Colorado creía que esta parte pertenecía al Estado.

Arthur Byne era licenciado en arte y tenía un gran conocimiento del patrimonio español, aunque lo utilizaba con fines poco apropiados. Vivió en España desde el año 1915 hasta el año 1935 y durante ese periodo expolió números monumentos; sobre todo iglesias, monasterios y castillos. Actuaba como intermediario para coleccionistas de su país, a los que vendía la mayor parte de lo que conseguía. Murió en accidente de tráfico ocurrido en la provincia de Guadalajara en el año 1935 y está enterrado en el cementerio inglés de Carabanchel, Madrid. En este caso, Arthur Byne actuó como intermediario de alguien con el que ya había realizado negocios anteriormente y al que consideraba su mejor cliente. Se trataba de William Randolph Hearst, cuyo objetivo era llevárselo a su país e instalarlo en la mansión que poseía en California, “San Simeón”. Esta persona era un afamado millonario estadounidense y el magnate de la prensa de su país. Coleccionaba arte de todo el mundo y adquirió una gran cantidad de piezas del patrimonio de España que hoy día se encuentran en las mansiones que le pertenecían o en colecciones privadas. La premiada película del año 1941 de Orson Welles “Ciudadano Kane”, está basada en su vida. Una vez realizada la compra, envió a un equipo de personas al lugar para que se encargasen del traslado. Desmontaron piedra a piedra la parte del monasterio que había adquirido. Las piedras se guardaban en embalajes que se iban marcando para que sirviese de guía en su posterior montaje. También se realizaron diversos planos con el mismo objetivo. Al final había 35784 bloques de piedra embalados en 10571 cajas.

Estas cajas se enviaron mediante ferrocarril al puerto de Valencia. La idea era que desde Valencia embarcaran todas estas cajas con destino a Nueva York y una vez en Estados Unidos se trasladaran a la mansión de California. El viaje en barco desde Valencia a Nueva York se realizó según lo previsto. Pero cuando el barco llegó al puerto de Nueva York, las autoridades sanitarias de Estados Unidos paralizaron la importación y prohibieron la descarga de las cajas. El motivo era debido porque durante aquella época, en España había una epidemia de fiebre aftosa que afectaba al ganado. Temían que la paja que embalaba a las piedras de las cajas pudiera estar infectada. La decisión que tomaron fue la de quemar la paja y sustituirla por virutas de madera. Y lo que es más importante, decretaron una cuarentena de nada menos que tres años. Así que las cajas del monasterio estuvieron, por obligación sanitaria, embarcadas y bloqueadas durante tres años en el puerto de Nueva York.

Durante el tiempo en el que estuvieron ahí, William Randolph Hearst cambió la idea sobre lo que hacer con el monasterio. Ahora quería que el destino fuese el museo de arte medieval que quería levantar en la universidad de Berkeley. Para que tuviera contenido, disponía además de otros siete claustros: cuatro franceses, dos italianos y uno inglés. Mientras tanto se produjo la depresión económica del año 1929, que supuso el comienzo del ocaso del imperio financiero de William Randolph Hearst. A partir de esta fecha estuvo centrado en sortear las dificultades económicas por las que atravesaba, dejando al margen el proyecto que tenía para el monasterio. Cuando se cumplieron los tres años de la cuarentena, las cajas fueron trasladadas a los depósitos portuarios de Nueva York y allí se quedaron hasta el año 1951.

En este año, el día 14 de agosto, falleció William Randolph Hearst. La propiedad de las cajas era ahora de sus hijos, que se encontraron con que tenían las cajas con las piedras de un monasterio español en dependencias del puerto de Nueva York. Entonces se encargaron de buscar un comprador ya que ellos no estaban interesados en quedárselo. Tuvieron tratos con varios posibles compradores, entre ellos unos almacenes cuya idea era poner en venta las piedras por separado a sus clientes, pero este proyecto no cuajó. El día 4 de diciembre de este mismo año llegaron a un acuerdo con dos promotores inmobiliarios, Raymon Moss y William Edgemon, que creían que el monasterio podría tener un gran interés para sus negocios turísticos en Miami como centro de festejos y celebraciones. El precio que pagaron por su compra fue de 7.000 dólares.

Las cajas se embarcaron de nuevo en el puerto de Nueva York y esta vez el destino fue el puerto de Miami. Una vez en este lugar, se dispusieron a montar el monasterio en la parcela de su nueva ubicación. Pero para esta operación se encontraron con muchas dificultades. Esto fue debido a que cuando se habían desembalado las cajas para cambiar la paja por virutas de madera, se perdieron las marcas que originalmente se habían hecho en los embalajes. Hubo que recurrir exclusivamente a los planos de los que también disponían, pero se dieron cuenta que no estaban correctamente realizados y por tanto no eran muy fiables. Tardaron varios años en montarlo y para lograrlo tuvieron que destinar bastante dinero. Finalmente fue terminado de reconstruir en el año 1964. Debido a las dificultades que tuvieron por las escasas referencias de la ubicación exacta de cada piedra, lo que hay es una aproximación de lo que debió ser en su día la construcción original. Para más agravio, añadieron partes de otros edificios de origen español, como la docena de escudos de armas de grandes proporciones tallados en piedra que completan el claustro, que procedían del monasterio de San Francisco de Cuéllar, también de Segovia.

La idea del complejo turístico, para lo que ahora se había destinado el monasterio, fracasó y no llegó a materializarse. De nuevo hubo otro proceso de venta y el edificio fue adquirido por la diócesis episcopal del sur de Florida que instalo su iglesia en el refectorio y denominó a todo el conjunto como «The Church of Saint Bernard de Clairvaux”. La construcción sigue allí todavía y continúa utilizándose para actos litúrgicos. También recibe muchas visitas turísticas, aproximadamente unas 15.000 personas al año. Su dirección es 16711 W. Dixie Hwy., North Miami Beach. Es considerado como el monasterio más antiguo de América.

En cuanto a la parte del monasterio que se quedó en Sacramenia, la iglesia y la cilla, en el año 1931 fue declarado monumento histórico artístico. Pero su estado era ruinoso y no supuso ningún intento de recuperación. En el año 1973, el paraje de “El Coto de San Bernardo” y los restos del monasterio, cambiaron de propietarios. Los nuevos dueños iniciaron un proceso de recuperación del conjunto, con el apoyo del Ministerio de Cultura. Posteriormente, en el año 1994, hubo otro cambio de titularidad de la propiedad, llevándose a cabo un nuevo proyecto de restauración que finalizó en el año 1998. La iglesia románica del antiguo monasterio de Santa María la Real es de grandes proporciones. Es la tercera mayor de la provincia de Segovia, detrás de la catedral de Segovia y la iglesia de Villacastín. Sigue siendo de propiedad privada y se puede visitar en determinados días.

Algunos otros expolios en los que participó Arthur Byne son:

  • Convento de San Francisco de Cuellar, Segovia: Fue fragmentado entre los años 1907 y 1927. Algunas de sus partes se encuentran en la Hispanic Society de Nueva York y otras se utilizaron, como se ha indicado anteriormente, en la reconstrucción en Miami del monasterio de Sacramenia.
  • Castillo de Benavente, Zamora: Vendido en el año 1930 a William Randolph Hearst parte de su estructura gótica. Actualmente su paradero es desconocido.
  • Monasterio de Ovila, Guadalajara: Vendido en el año 1931 a William Randolph Hearst. Su intención era reconstruirlo en “Wyntoon”, su residencia de San Francisco. Nunca lo hizo y hoy algunas de sus piedras están ubicadas en el parque “Golden Gate” de San Francisco. Existe un proyecto de reconstrucción pero está paralizado.
  • Reja de la catedral de Valladolid: Vendida en el año 1922 a William Randolph Hearst. Nunca llegó a utilizarla. En el año 1956 se vendió al “Metropolitan Museum” de Nueva York, que la instaló después de mutilarla convenientemente para que cupiera en su lugar de exposición. Puede visitarse allí. Por otra parte, en el mismo museo también está desde el año 1964 el patio renacentista, hecho en mármol de Macael, del castillo de Vélez-Blanco, Almería. En este caso la compra la realizó el comerciante francés Godberd en el año 1904, que a su vez lo vendió al multimillonario norteamericano Blumenthal que finalmente lo donó al museo.
  • Catedral de Seo de Urgel, Lérida: Vendidos en el año 1920 a William Randolph Hearst uno de sus arcos de jaspe rojo y la sillería del coro, que se encuentran en la que fue su mansión de California, “San Simeón”.
  • Colección de arte del Conde de Las Almenas: Este fue un personaje destacado de la alta sociedad madrileña del siglo XX por su espectacular colección de arte. Arthur Byne se la llevó a Estados Unidos con la excusa de montar una exposición y después la vendió. Sus artesonados y mobiliario están desperdigados en ese país.
 

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