El Mapa de Cantino es un misterioso plano realizado en el inicio del siglo XVI. Muestra una geografía mundial que abarca miles de kilómetros de costa, muchos de los cuales, por lo que sabemos, aún no habían sido navegados en esa época. Es uno de los mapas que presentan tierras que fueron oficialmente descubiertas después de que se elaboraran. Otros ejemplos más de mapas de este tipo son los de Caneiro o Vespucio. Son mapas elaborados a partir de expediciones anteriores medievales, cuyas historias han quedado ocultas con el paso del tiempo.

El duque de Ferrara mandó trazar el mapa de Cantino y se conserva en la Biblioteca de Esténse, en la ciudad de Módena, Italia. Alberto Cantino era un espía a sueldo del duque en la corte del rey portugués Don Manuel I. Consiguió sobornar a un cartógrafo portugués, quizás Pedro Reinei, para que le hiciera una carta náutica con toda la documentación geográfica secreta recopilada en los Archivos de la Casa de Indias de Lisboa, por la que pagó doce ducados de oro. Era toda una fortuna para la época, pero los datos que aportaba lo valía. Alberto Cantino llevó el mapa a Italia en el año 1502.

En el mapa aparecen con gran precisión zonas del mundo hasta entonces poco exploradas por los europeos. Es un mapa elaborado seguramente con la información adquirida de muchos viajes clandestinos portugueses. Se muestra la línea costera de África Oriental con gran detalle, los errores son de menos de 45 kilómetros. Se aprecia Brasil con una gran extensión de territorio, teniendo en cuenta que oficialmente había sido descubierta en el año 1500, muy poco antes, por el explorador portugués Pedro Álvarez Cabral. Se observa la costa sur de la península de Florida, cuando fue oficialmente descubierta en el año 1513, once años después, por el explorador español Juan Ponce de León.

El Mapa de Cantino estuvo perdido y fue redescubierto en el año 1859 por el director de la Biblioteca de Esténse, Giuseppe Boni, en una charcutería de Módena. El tamaño del mapa es de 2,18 × 1,02 metros, está compuesto por tres hojas de pergamino, trazadas y coloreadas manualmente. Aunque mantiene un buen estado de conservación, han desaparecido los bordes y los márgenes debido al deterioro sufrido durante su historia.