Las primeras herramientas

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Hace 2,5 millones de años los primeros homínidos ya tienen la capacidad de realizar herramientas, lo que supone la adopción de la tecnología. Se trata de la gran adquisición cultural inicial de la evolución humana. Las primeras industrias humanas de la Prehistoria asociadas a la producción de herramientas es denominado Olduvayense. Este nombre se debe a uno de los yacimientos más importantes donde tales industrias han sido halladas, la Garganta de Olduvai en Tanzania.

Por ejemplo hay azuelas, hachas y martillos enmangados en madera. Molinos de mano dedicados a la molienda del grano y a veces de otras materias como mineral, esparto y otras fibras vegetales. A partir de lascas de mediano tamaño de sílex se realizan dientes de hoz que van engarzados sobre un soporte de madera o hueso, formando una auténtica hoz para segar el cereal y otras plantas. En la actividad metalúrgica se utilizan moldes de fundición de piedra.

Los artefactos de piedra se realizan por talla o por abrasión. Para elaborarlos hace falta capacidad de razonamiento y habilidad en la utilización de las manos. En la talla, por presión o percusión, las materias primas fundamentales son sílex y cuarcita. En la abrasión se utilizan otras materias primas como areniscas, granitos o pizarras según se disponga de ellas. Muchas veces se combina la talla con un acabado final por abrasión de la pieza. Aunque la tecnología prehistórica suele relacionarse con los útiles de piedra, también se hace un extenso uso de materiales más perecederos como madera, hueso, asta o marfil.

La madera es un material orgánico de origen vegetal con una estructura y composición muy complicada al proceder de un ser vivo. Son millones de células capilares que se ordenan tridimensionalmente para conformar su estructura. Con el paso del tiempo los componentes de la madera se van degradando, por lo que apenas nos han llegado algunos restos hasta la actualidad de herramientas realizadas en este material.

En el Paleolítico Superior estas industrias crecen con la aparición de los buriles de piedra, elementos específicos para trabajar hueso, asta y marfil. Estos son materiales duros, compactos y blancos. Los buriles de piedra son muy valorados en la Prehistoria para fabricar herramientas y artículos ornamentales de joyería.

El marfil forma parte de los dientes de los vertebrados y el más utilizado es el de los colmillos de los grandes mamíferos. Se compone de un 70% de matriz orgánica compuesta de fosfato cálcico, carbonatos y fluoruros. El 30% restante lo constituye un tejido orgánico, la oseína, que se descompone lentamente por el agua y se reemplaza por silicato de calcio u otra sustancia mineral que le da una apariencia pétrea, rígida y porosa.

Los utensilios más comunes fabricados con hueso, asta y marfil son azagayas, arpones de una o dos filas de dientes, agujas simples y con ojo, así como una gran variedad de punzones y puntas. Otros instrumentos serían los bastones perforados para enderezar astiles, espátulas, propulsores, cinceles y varillas. Hay herramientas decoradas con muescas agrupadas que pueden representar los primeros objetos de uso matemático conocidos. La fabricación y utilización de herramientas implica diversas mejoras en la evolución humana:

1. Optimización de la caza.

Una ventaja fundamental de tener herramientas es la de poder cazar de manera más eficaz. Permiten la captura de mayor número de presas, que al principio son de pequeño tamaño y con el paso del tiempo también serán grandes animales.

2. Mejor aprovechamiento de los alimentos.

Se puede descuartizar y aprovechar mejor los restos de los animales. Se logra traspasar las duras pieles de las grandes presas y romper los huesos para llegar al tuétano.

3. Ampliación de la dieta.

El avance en la caza y el aprovechamiento de los alimentos mejora la dieta. Esta fuente adicional de proteínas, vitaminas y otros nutrientes contribuye al desarrollo de los humanos.

4. Manufactura más eficaz de las materias primas.

Las herramientas permiten trabajar con eficacia materias primas como la madera. Seccionar y afilar una rama es imposible sin un filo cortante.

5. Inicio de la capacidad imaginativa.

Crear una herramienta no es un acto trivial. Primero hay que darse cuenta de qué es necesario. Después, y teniendo en cuenta la experiencia adquirida, se diseña en el cerebro. Finalmente se fabrica. Quizás nuestra capacidad para imaginar y planificar sea producto de la tecnología.

6. Aumento de la capacidad cerebral.

La competencia para fabricar herramientas contribuye al progreso de la complejidad del cerebro y por tanto, a su desarrollo.

7. Crecimiento en la sociabilidad humana.

Los humanos incrementan la sociabilidad a través de los avances tecnológicos. Las herramientas constituyen la representación cultural más antigua que existe.

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