Musulmanes

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Periodo: Años 711 – 1492.

  • Califato Omeya. Años 711 a 756.
  • Emirato de Córdoba. Años 756 a 929.
  • Califato de Córdoba. Años 929 a 1031.
  • Primeros Reinos de Taifas. Años 1009 a 1090.
  • Almorávides. Años 1090 a 1155.
  • Segundos Reinos de Taifas. Años 1140 a 1203.
  • Almohades. Años 1147 a 1229.
  • Terceros Reinos de Taifas. Años 1224 a 1287.
  • Reino Nazarí de Granada. Años 1238 a 1492.

El Islam es la religión nacida en la Península Arábiga y practicada por los musulmanes. Alcanzó una rápida difusión a partir del año 622, cuando Mahoma, su fundador, emigró desde la Meca a Medina, hecho conocido por la Hégira. En poco tiempo sus sucesores se extendieron a través de una amplia área comprendida entre Asia Central y el Atlántico. Su dios es Alá, su profeta Mahoma y su libro sagrado el Corán.

Los musulmanes llegaron a la Península Ibérica a partir del 28 de abril del año 711. La crisis del reino visigodo facilitó la rápida ocupación musulmana de Hispania. Su líder en el norte de África, Musa, envió una tropa al mando del general bereber Tariq. Desde que desembarcaron en Gibraltar consiguieron ocupar en unos ocho años la mayor parte de las regiones peninsulares excepto la franja del norte, origen de la reconquista cristiana. Trataron de conquistar territorios más allá de los Pirineos, pero en el año 732 su avance es detenido por los francos en Poitiers.

Al-Ándalus fue el nombre con el que los musulmanes denominaron al territorio de la Península Ibérica bajo su dominio. Sus fronteras fueron variando con el paso de los siglos hasta la expulsión definitiva por parte de los cristianos en el año 1492.

En una primera etapa, desde el año 711 hasta el año 756, Al-Ándalus se estableció como una provincia del Imperio Omeya, gobernada por un emir dependiente del califato de Damasco. En el año 750 la dinastía omeya de Damasco fue derrocada por los abasíes. Este hecho propició que Abd al-Rahman, príncipe omeya superviviente, huyera de Damasco, se refugiase en el norte de África, conquistara Córdoba en el año 756 y se proclamase emir y fundador de la dinastía omeya de Al-Ándalus, constituyendo el primer territorio con plena independencia política dentro del Islam.

En el año 929 Abd al-Rahman III instauró el Califato Omeya de Córdoba en sustitución del emirato anterior. Bajo el gobierno de los califas omeyas, Al-Ándalus alcanzó su máximo apogeo, convirtiéndose en uno de los grandes centros difusores de la cultura. Siguiendo la tradición islámica de promover grandes proyectos urbanos, el califa fundó la fastuosa ciudad palatina de Madinat al-Zahra, símbolo del poder omeya e influyente en la Europa cristiana. Córdoba, la capital, creció y se destacó como una de las principales ciudades de la época. Las artes y la producción artesanal adquirieron un notable desarrollo y, gracias al control del Mediterráneo Occidental, prosperó el comercio con el resto del mundo islámico y con los estados cristianos europeos.

El Califato Fatimí, fundador de El Cairo y que a lo largo del siglo X dominaba todo el norte de África desde Siria hasta Túnez, tenía frecuentes disputas con el Califato de Córdoba, llegando incluso a atacar Almería en el año 955.

El declive de la dinastía omeya marcó el final del califato cordobés en el año 1031 y la disgregación del poder en numerosos reinos independientes llamados taifas, entre los que destacaron Zaragoza, Toledo y Sevilla. La dispersión del poder musulmán permitió la ampliación de las fronteras de los estados cristianos. Fue una circunstancia que favoreció la expansión cristiana poco a poco por territorios que iban conquistando a los musulmanes.

A pesar de los diversos conflictos, no cesó el continuo progreso cultural en la que se desarrollaron todas las ramas del saber, la literatura, el arte y la técnica. A los cristianos se les consideraban y respetaban porque, al igual que los judíos, eran «gentes del libro», creyentes de religiones monoteístas. Debido a las ventajas económicas y sociales que comportaba ser musulmán, mucha de la población cristiana, los mozárabes, se convirtieron al islamismo, los muladíes.

La crisis omeya facilitó la invasión sucesiva de dos dinastías musulmanas del norte de África; primero los almorávides en el año 1090 y a continuación los almohades en el año 1147. Ambas invasiones significaron un intento de recuperación de la unidad perdida de Al-Ándalus, pero es algo que no llegaron nunca a conseguir. Además, transcurrieron entre ellos los Segundos y Terceros Reinos de Taifas. Se sucedieron periodos de relativa calma con otros de duros enfrentamientos con los cristianos. Hubo dos batallas relevantes: la Batalla de Alarcos del año 1195 con la victoria de los almohades sobre los cristianos y la Batalla de las Navas de Tolosa del año 1212 con la victoria de los cristianos sobre los almohades, cuyas consecuencias fueron decisivas en el trascurso posterior de la contienda. Tras la caída de los distintos imperios musulmanes de Al-Ándalus, desde la mitad del siglo XIII sólo el reino nazarí de Granada resistió ante la presión cristiana.

El 2 de enero del año 1492, el reino nazarí de Granada cayó rendido de forma definitiva por los cristianos, comandados por los Reyes Católicos, lo que supuso el final de la Reconquista y de los casi ocho siglos de permanencia de los musulmanes en la Península Ibérica.

El significado de la palabra Al-Ándalus no se sabe con certeza. Una de las teorías más aceptadas es «tierra de vándalos», que procede, según la tradición, de las informaciones que los vándalos proporcionaban a los musulmanes, en su paso por Túnez, acerca de una tierra del norte más allá del Estrecho de Gibraltar, refiriéndose a la Península Ibérica.

 

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