Edad del Bronce

Edad del Bronce

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Periodo: Años 1800 a.C. – 900 a.C.

Este periodo destaca y recibe el nombre porque aparece la metalurgia del bronce para la fabricación de útiles domésticos, herramientas y armas. La característica fundamental de este metal consiste en ser un material con mayor dureza y resistencia que el cobre aislado. El bronce es el resultado de la aleación del cobre con el estaño, siendo el primero su base y estando el segundo en una proporción de 3% al 20%. A veces se añaden pequeñas cantidades de otros metales como el plomo para aportar aún más calidad. El ser humano realizaría múltiples experimentos previos durante muchos años hasta por fin obtener este producto. Es fácilmente reciclable ya que se puede volver a fundir para obtener nuevas piezas. Daría lugar a la aparición de auténticos especialistas en el bronce, con una producción en serie de objetos previamente diseñados y con un complejo proceso de fabricación en el que se usaban los moldes.

En el ámbito diario las materias primas tradicionales como la piedra y el hueso siguieron en plena vigencia, creándose múltiples objetos de trabajo y adorno con ellas. El metal tendría originalmente un valor más social y distintivo. Se empleaba principalmente para la fabricación de armas. En la última fase de esta etapa sería cuando definitivamente se amplió su utilización para realizar objetos de uso cotidiano.

La presencia de esta aleación provocó grandes cambios sociales, generando movimientos en busca de los minerales necesarios, contactos comerciales, enfrentamientos entre distintos grupos, construcción de poblados fortificados, así como una mayor estratificación social y una creciente división del trabajo. Los asentamientos de esta fase eran cada vez más estables y permanentes. Se ubicaban principalmente sobre promontorios con buena visibilidad, con cabañas dispuestas en terrazas. Las dificultados de abastecimiento de metal, material escaso e incluso inexistente en muchas regiones, fomentaría el establecimiento de relaciones políticas y comerciales capaces de abarcar extensos territorios.

Al comienzo de esta etapa continuaría el desarrollo de la cerámica campaniforme que se había iniciado en la Edad del Cobre, localizándose principalmente en la Meseta. Se explotaba de manera extensiva tanto la agricultura como la ganadería. Existían grupos que conservaban una forma de vida móvil en su entorno, frente a otros fuertemente establecidos sobre un territorio. Destacaría por su singular evolución la «Cultura del Argar» del sureste peninsular.

En la Edad del Bronce se haría un uso más intensivo del oro y la plata para la elaboración de adornos. La orfebrería alcanzó un extraordinario valor de representación social, como por ejemplo las grandes piezas macizas destinadas a ornamentos. El plomo adquirió una mayor importancia económica. Se transportaba en lingotes destinados a las aleaciones de bronce o a la copelación de la plata, técnica vinculada a la minería que permite fundir el plomo con el mineral para separar la plata de las impurezas.

Las representaciones esquemáticas de figuras humanas dominaron el arte figurativo de la Edad del Bronce. Las imágenes de animales tan habituales en etapas anteriores cedieron su protagonismo a las antropomorfas. Éstas simbolizaban a seres humanos o divinidades concebidas a su semejanza. El arte sobre la roca de las paredes de cuevas y abrigos daría paso a los ídolos y estelas de piedra, asociados a sepulturas o como elementos de referencia en el territorio. En estas representaciones apenas aparecen destacados los rasgos necesarios para interpretar la imagen. El volumen de la piedra que sirve de base es el propio volumen del cuerpo de la figura.

Los contactos con el exterior de la Península Ibérica aumentarían de forma progresiva. Llegaron nuevos tipos de armas como las hachas de talón, espadas, puñales y objetos de orfebrería como brazaletes, espirales y gargantillas. Las influencias procedían del Mediterráneo, el Atlántico, la Europa continental y las Islas Británicas, modelando transformaciones que a final de esta época dieron lugar a las primeras colonizaciones mediterráneas, a través de los fenicios y luego de los griegos, y a una ruptura en la evolución cultural de las comunidades peninsulares. El avance progresivo en las técnicas metalúrgicas asociadas con el inicio del uso del hierro supuso el comienzo de un nuevo periodo, la Edad del Hierro.

 

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